Este sitio web utiliza cookies propias y de terceros para mejorar nuestros servicios y mostrarle publicidad relacionada con sus preferencias mediante el análisis de sus hábitos de navegación. Para dar su consentimiento sobre su uso pulse el botón Acepto.
Las cookies funcionales son estrictamente necesarias para proporcionar los servicios de la tienda, así como para su correcto funcionamiento, por ello no es posible rechazar su uso. Permiten al usuario la navegación a través de nuestra web y la utilización de las diferentes opciones o servicios que existen en ella.
Son aquellas que recaban información sobre los anuncios mostrados a los usuarios del sitio web. Pueden ser de anónimas, si solo recopilan información sobre los espacios publicitarios mostrados sin identificar al usuario o, personalizadas, si recopilan información personal del usuario de la tienda por parte de un tercero, para la personalización de dichos espacios publicitarios.
Recopilan información sobre la experiencia de navegación del usuario en la tienda, normalmente de forma anónima, aunque en ocasiones también permiten identificar de manera única e inequívoca al usuario con el fin de obtener informes sobre los intereses de los usuarios en los productos o servicios que ofrece la tienda.
Se usan para mejorar la experiencia de navegación y optimizar el funcionamiento de la tienda.
Son cookies sin un propósito claro o aquellas que todavía estamos en proceso de clasificar.
El primer cigarrillo electrónico apareció en 1965, bajo una patente presentada por A. Gilbert como alternativa al tabaco. Pero era una idea muy adelantada a su tiempo para una sociedad donde el tabaco estaba plenamente aceptado y no se consideraba peligroso para la salud humana.
No fue hasta el 2003, 40 años más tarde, cuando un farmacéutico y fumador, Hon Lik, se propuso desarrollar cigarrillos electrónicos después de que su padre muriera de un cáncer de pulmón. Viendo la forma de transformar una tragedia en algo positivo, creó este método que permite a los fumadores tener nicotina mediante inhalación, sin combustión y sin alquitrán. De esta forma se marcaba un hito en la historia que solucionaba uno de los grandes problemas del tabaco, tal y como explicaba el profesor Michael Russell: “Fumamos por la nicotina pero morimos por el alquitrán”.
El éxito se propagó y pronto los cigarrillos electrónicos se empezaron a comercializar por toda Europa. En España, las primeras tiendas on-line aparecieron en 2008 y fueron seguidas de un boom de tiendas físicas a mediados de 2013. Pero no fue hasta agosto de 2015 cuando el Public Health England emitió el informe que provocó el despegue definitivo del sector del cigarrillo electrónico.
Este informe, basado en el análisis de todos los estudios publicados en el mundo, concluía:
En 2016 el mercado quedó regulado bajo la Directiva de Productos del Tabaco, lo que supuso un cambio en la industria para amoldarse a las exigencias de la directiva, que definitivamente proporcionaban la calidad y la seguridad en los líquidos y dispositivos que el mercado demandaba.
Al mismo tiempo la regulación sentaba las bases para el crecimiento de un sector en el que todas las empresas operan bajo las mismas reglas de juego.
El sector del cigarrillo electrónico facturó en España durante el pasado año 70,5 millones de euros, lo que supone un incremento de un 28,2% respecto a 2016, por encima de lo previsto, según la Unión de Promotores y Empresarios del Vapeo (UPEV), que ha destacado que la industria mantiene, por tercer año consecutivo, un crecimiento progresivo y que se espera un salto importante para el 2018 como consecuencia de la seguridad que plantea la disposición de una regulación propia, que fue traspuesta en España el 9 de junio de 2017 mediante el Real Decreto 579/2017.
La UPEV ha achacado esta mejora a la mayor profesionalización de las tiendas y a las garantías legales sobre la seguridad del producto, así como a un mayor apoyo científico a los vaporizadores personales.
En cuanto al número de usuarios habituales, se ha incrementado hasta los 450.000, de los cuales la práctica totalidad ha abandonado el tabaco con el uso de estos dispositivos, lo que, en opinión de UPEV, es "una clara señal de que en España cada vez más fumadores adultos han dado el paso de sustituir el tabaco por alternativas menos dañinas".
Pese a estos datos, España sigue lejos de países como Reino Unido o Francia donde, con una legislación mucho más abierta a los vaporizadores, el sector factura entre 450 y 500 millones de euros.