El origen del tabaco

El origen del tabaco

El tabaco es un producto agrícola procesado a partir de las hojas de Nicotiana tabacum. Se consume de varias formas, siendo la principal a través de la combustión que produce el humo que se inhala al fumar. Se utiliza desde hace milenios y tiene su origen en el continente americano, desde donde se extendió a Europa en el siglo XVI y, posteriormente, al resto del mundo. En la actualidad se comercializa legalmente en todo el mundo (salvo en Bután). El tabaco es una planta de la familia de las solanáceas; existen 50 especies conocidas pero sólo dos se cultivan comercialmente: Nicotiana tabacum y Nicotiana rústica.

Los expertos han determinado que el centro del origen del tabaco se sitúa en la zona andina entre Perú y Ecuador. Los primeros cultivos debieron tener lugar entre cinco mil y tres mil años a. C.

Cuando se coloniza América, el consumo de tabaco estaba extendido por todo el continente. Fumar (inhalar y exhalar el humo del tabaco) era una de las muchas variedades de consumo en América del Sur. Además de fumarse, el tabaco se aspiraba por la nariz como rapé o singada, se masticaba, se comía, se lamía, se bebía, se untaba sobre el cuerpo, se usaba en gotas en los ojos y se usaba en enemas. Se usaba en ritos como soplarlo sobre el rostro de guerreros antes de la lucha, se esparcía en campos antes de sembrar, se ofrecía a los dioses, se derramaba sobre las mujeres antes de una relación sexual, y tanto hombres como mujeres lo utilizaban como narcótico.

El tabaco fue conocido por los europeos en 1492 con ocasión de la llegada de Cristóbal Colón y sus expedicionarios al Caribe en su primer viaje. El 28 de octubre de 1492 con la llegada de Cristóbal Colón a la costa noreste de la isla de Cuba se produce el descubrimiento del tabaco al encontrar a hombres y mujeres aspirando el humo de unos cilindros de hojas secas.

Los indígenas lo utilizaban en sus ceremonias mágicas y religiosas (los chamanes lo usaban para entrar en trance y ponerse en contacto con el mundo de los espíritus), en medicina (hacían cataplasmas para curar afecciones de la piel) e incluso había tribus que lo consumían como alimento. Fruto de este intenso contacto de los indios con el tabaco, los españoles se encontraron con un sinfín de palabras que designaban al mismo, cada una en una lengua o dialecto diferente: yoli, petum, picietl, cumpai, tobago, etc

Los primeros cultivos de tabaco realizados por los españoles fueron hacia 1530 en los territorios de la isla de Santo Domingo.

Simultáneamente, Jean Nicot, embajador francés en Lisboa, introdujo el tabaco en esta ciudad alrededor de 1560 a partir de una planta que trajo desde Florida. Este ejemplar se utilizó para tratar a un cortesano que tenía una enfermedad bucal, quien mejoró sustancialmente tras diez días de aplicarle un extracto de hojas de tabaco en las mejillas. Dado el presunto éxito del tratamiento, el rey de Portugal le envió un ejemplar al rey de Francia, Francisco II, para que pudiera tratar a dos cortesanas que tenían carcinoma. Así, el tabaco se empezó a utilizar para tratar diversas patologías de miembros de la corte francesa.

En España, por orden de Felipe II, se trajeron las primeras semillas de tabaco en el año 1577. Estas semillas fueron plantadas en los alrededores de Toledo, en una zona llamada los Cigarrales porque solían ser invadidas por plagas de cigarra. Allí se inició el cultivo de tabaco en Europa y, por este motivo, algunos historiadores asocian el nombre de cigarro con estas fincas.

Su extensión por el continente europeo fue gracias, por tanto, a Jean Nicot y, por este motivo, en su honor se introduce la denominación Nicotiana en su clasificación botánica. Jean Nicot lo introdujo en su forma aspirada (rapé) y lo popularizó al curar, supuestamente, a Catalina de Médicis (esposa de Enrique II) de unas migrañas, por lo que se le denominó hierba de la reina.

Es a partir del s. XIX cuando realmente despega la primera industria tabaquera, la de Cuba. Surgen multitud de "chinchales" (pequeños talleres de torcido de cigarros) y durante la segunda mitad del siglo empiezan a consolidarse las grandes marcas clásicas, marcas que han llegado con todo su prestigio hasta nuestros días.

A partir de 1889 comienza la fabricación de los cigarros de forma mecánica, introducida por el nuevo "sistema de prensado Farias de tripa corta".

Desde su origen, las formas de fumar han sido múltiples. Al principio se mascaba el tabaco o se aspiraba el humo de las hogueras en que era quemado. También era frecuente el uso de grandes pipas en forma de “Y” que eran introducidas en las fosas nasales.

En el siglo XVIII surge la moda del rapé, que consistía en un polvo de tabaco muy fino para “esnifar” o “aspirar”, que se obtenía de un triturado muy fino de las hojas y del tallo de la planta de tabaco mezclado con esencia de clavo o almendras amargas. El rapé adquirió gran difusión en Francia, mientras que en Inglaterra era más frecuente el uso de la pipa y en España del cigarro puro.

A partir del siglo XVII es cuando se populariza paulatinamente el consumo del cigarrillo, comienza a industrializarse a finales del siglo XIX y se expande universalmente a comienzos del siglo XX.

Los primeros cigarrillos de papel manufacturados y empaquetados llegan a España en torno al año 1825. Y en el año 1833 aparecen las primeras cajetillas y es cuando se le denomina cigarrillo o cigarrito, denominaciones que provienen de la palabra cigarro.

En el Siglo XXI la forma de hacer y consumir tabaco se mantiene esencialmente igual. Sin embargo, la diversidad de la sociedad moderna ha obligado a las empresas tabaqueras a hacer cambios estéticos e innovaciones para adaptarse a nuevas tendencias de comercialización y consumo. Modificaciones en el empaquetado y la cantidad de cigarros en una cajetilla son un claro ejemplo de cómo las empresas tabaqueras se han ido adaptando a nivel global y local para cumplir exigencias gubernamentales y sociales.

Publicado el 13/11/2020 Home, Estancopedia 1 9703

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