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El Estado perdió el año pasado, por razón del contrabando, más de 500 millones de euros en impuestos. Evidentemente, los estancos, recaudadores de esos impuestos, también perdieron unos cuantos millones (unos 42 millones más o menos). Si bien el nivel de contrabando descendió un 1,6% en España en 2015 versus 2014, según el estudio encargado a la consultora KPMG por las grandes compañías tabaqueras, no deja de ser todavía un grave problema de rentabilidad para los estancos en general, y muy grave en según qué regiones (sobre todo en Andalucía por el tránsito desde Gibraltar).
Actualmente en los medios, se denomina contrabando a todo el tabaco que se vende y no paga impuestos en nuestro país. Si bien, hay diferentes tipos de contrabando.
El clásico, consistente en el contrabando de paquetes de cigarrillos de marcas muy conocidas, "contrabandeadas" desde países limítrofes al nuestro y donde sus precios de venta son más baratos, ya que no soportan una carga impositiva tan alta como en España. Éste es el clásico tránsito de cajetillas desde Gibraltar o desde Andorra hacia España, que afecta sobre todo a Andalucía y Cataluña respectivamente.
Otro tipo de contrabando es el de cigarrillos o picadura de marcas “blancas” muy poco conocidas en nuestro país, o incluso marcas que son creadas directamente para el mercado de contrabando, imitando en su imagen, nombre y logotipo a marcas de primer nivel, pero a precios muy bajos, generalmente a un PVP en torno a la mitad del que tienen las marcas legales que se venden en España.
Finalmente, en los últimos tiempos, ha aparecido otro tipo de contrabando, el de la picadura de tabaco a granel, de venta normalmente en internet. Se venden tanto las hojas de tabaco como su picadura, y ambas provienen, según las últimas investigaciones conocidas recientemente, del norte de África, del sur de Europa y, aquí lamentablemente nos tenemos que poner rojos como país, también de Extremadura. Como es bien sabido, en esta Comunidad Autónoma se producen grandes cantidades de tabaco destinadas a las diferentes fábricas de tabaco de Europa de las compañías más importantes. Sin embargo, y debido al descenso del consumo en general, y de la picadura en particular, en el último trienio se producen excedentes de tabaco en rama que algunos desaprensivos “canalizan” hacia otros clientes, que a su vez los ponen a la venta en internet.
Los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado han venido cosechando, en estos últimos años, grandes triunfos en su lucha contra el contrabando. De hecho, y según el mencionado estudio de KPGM, la combinación de la lucha policial con la estabilidad de los precios del tabaco legal en los últimos años, ha logrado una tendencia a la baja del contrabando de cigarrillos en nuestro país del 24% en el último año 2015 versus 2014.
Ante este nuevo desafío por parte de los “ilegales” no hay más que repetir la eficaz estrategia de acoso y derribo utilizada hasta ahora, pero enfocándola también hacia estos nuevos contrabandistas, aunando los esfuerzos de las autoridades aduaneras, la agencia tributaria, los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, y lo que es muy importante, con la colaboración de los productores y de CETARSA en esta lucha, en lo que a la producción extremeña se refiere, tratando de concienciar, cosa que ya están haciendo, a los agricultores que malvenden sus excedentes lo perjudicial de esta actividad, no solo para las arcas del Estado, sino sobre todo para su propio futuro. Se están traicionando a sí mismos, acelerando con estas prácticas delictivas su ya de por sí irremediable declive.